Llámame ingenua, pero considero todo un acierto la iniciativa del actor y director de cine John Krasinski de lanzar Some Good News, un noticiario digital sólo de buenas noticias.
El actor, como muchos de nosotros, se preguntaba desde hacía años ¿por qué no existe un periódico dedicado enteramente a las buenas noticias?
Pidió a sus seguidores de twitter que le enviaran buenas historias recientes que les habían ocurrido y les habían llenado de optimismo, le llovieron las propuestas y sólo tuvo que empezar a divulgarlas, creando un informativo en su canal de youtube. Ha tenido mucho éxito.
Esta iniciativa y también la lectura de Perder el miedo al coronavirus, un artículo estupendo que Josep Corbella, periodista especializado en ciencia y salud, publicó hace pocos días en La Vanguardia, me ha inspirado a recoger qué podría yo enviarle a John Krasinski para su SGN (aviso que no lo voy a hacer, puesto que a estas alturas debe estar sepultado de mensajes de sus fans).
Por lo pronto me han salido 7 buenas noticias:
- Litus se ha curado. Mi querida tía de 94 años cayó enferma de coronavirus hace unas tres semanas y, contra todo pronóstico, porque además de la edad avanzada ya arrastraba una salud delicada, ha conseguido superar la enfermedad. Una buenísima noticia.
- Ahora que Litus se está recuperando, necesita un caminador. Recurrí a las redes ciudadanas de apoyo mutuo que se han generado en Barcelona y tardé apenas 24 horas en localizar una persona que nos cede uno. Mañana voy a buscarlo. ¡La solidaridad intervecinal funciona!
- Todo este tiempo de confinamiento nos está sirviendo a algunas personas para hacer un máster en plataformas de comunicación. El Skype ya lo conocíamos, pero ahora somos ya también usuarios ágiles en el Zoom, el Teams, el Jitsi… Aparte de reuniones y seminarios de trabajo, estoy celebrando cafés, meriendas y cenas virtuales con amigotas y amigotes, con mis primas, con mi hermana y mi cuñado. Cada uno en su casa, con la pantalla al lado. ¡Una nueva experiencia de relación!
- Estoy descubriendo a muchos vecinos que no conocía en sus balcones. A las 20:00, cuando salimos a aplaudir, bromeamos con las chicas motivadas del edificio frente al nuestro, a la dependienta del súper que sale cada día esos minutillos a aplaudir desde la acera, a las señoras mayores que se alegran de vernos cada día y nos saludan… Ojalá, como dice Toni Gutiérrez en Esta crisis no es un atasco, no nos pase como en el cuento La autopista del sur, de Julio Cortázar, que al acabar el lío todo el mundo se larga y se olvida. ¡Una vez descubiertos los vecinos, hay que mantenerlos en nuestra cotidianeidad!
- Voy a aburrir a las ovejas de tanto decirlo, pero me sorprende cada mañana la cantidad de cantos de pájaros que se oyen en el patio de vecinos. Además, algunas especies no frecuentaban estos barrios y de repente se han instalado aquí, como las palomas torcaces, los verderones o los picos de coral. desde que empezó el confinamiento me fijo más en los pequeños detalles.
- Estamos tomando conciencia de un montón de cosas que, si bien ya existían, la crisis sanitaria y el confinamiento les están poniendo focos y amplificadores: las profundas desigualdades educativas, la importancia social de los cuidados, la certeza de que nuestro modo de vida es insostenible para el planeta y la humanidad, la necesidad de proteger el sistema público de salud… Son todo problemas y retos, pero tomar conciencia de ellos es una buena noticia.
- A pesar de las dificultades y del confinamiento, florecen muchos proyectos de aprendizaje-servicio protagonizados por chicos y chicas que se solidarizan con la situación de crisis sanitaria i de confinamiento, ayudando a los pacientes, ea personal sanitario, a los comerciantes, a niños y niñas más pequeños…
Como dice Josep Corbella en su artículo, deberemos perder el miedo al coronavirus y aprender a convivir con él.
Y para perder el miedo es necesario no sólo actuar con prudencia sino intentar que convivir con el coronavirus no nos amargue la existencia.