Regreso de una ruta de seis días por el Pirineo aragonés y francés, dibujando un círculo entre collados y picos que rozan y superan los 3.000 metros. Saltamos por los valles y refugios de Viadós, La Soula, Portillón, Estós y vuelta a Viadós.
Poca gente y poca, muy poca nieve en los glaciares, tal como se aprecia en esta foto de la cara norte del pico Perdiguero y del pico del Portillón de Oo.
La verdad es que, después del invierno lluvioso que hemos tenido en Catalunya, esperaba encontrar mucha más nieve en este Pirineo Central. Por si acaso, llevábamos piolet y crampones en el coche. Pero llamamos a los refugios españoles y franceses para asegurarnos de su necesidad. Y no -dijeron- no hacen falta.
Subimos con las mochilas más ligeras, eso sí, pero con el peso de la nostalgia. Mientras escribo este post tengo delante una foto en blanco y negro de la cara sur del Monte Perdido en agosto, hace unos 30 años. Hoy en día cualquiera diría que se trata de una foto hivernal, tomada en un año particularmente nevoso.
¿Volveremos a ver la alta montaña cubierta de nieve y de hielo en verano? Por lo menos, que podamos disfrutar del verde intenso del valle de Estós, de un baño helado en el lago de Gías y de los chillidos de centenares de marmotas.