El viernes pasado estuve en Santiago de Compostela con un grupo de educadores y, a la hora del almuerzo, surgió un tema que a todos nos había impresionado últimamente:
Se trata del fenómeno de los chicos y chicas consentidos y sobreprotegidos cuyos padres y madres ya lo fueron en su momento. Los «maleducados de segunda generación».
Son los chicos y chicas que amenazan con denunciar al profesorado si este les amonesta, envalentonados porque sus padres y madres siempre les dan crédito antes que a sus educadores, o que les minimizan sus estupideces y les disculpan permanentemente.
Son la descendencia de aquella generación a la cual, tal vez por primera vez en nuestro país, su familia intentó evitar todo tipo de traumas. Familias que huyeron de todo lo que sonara a autoridad, esfuerzo y disciplina, convencidas de que la mejor educación era la que tomaba como eje el ombligo de sus retoños.
Bastantes niños y niñas maleducados tienen padres y madres también maleducados desde su niñez. En ellos, el virus del egocentrismo y la soberbia es doblemente resistente… ¡por lo que hay que tener bastante paciencia y persistencia!
Sin embargo, todavía me produce mayor desasiego percibir rasgos inequívocos de mala educación entre el profesorado. Por ejemplo, resulta desmoralizante, como decía una compañera en Santiago, detectar en actividades de formación a maestros y maestras que ostentan las mismas actitudes disruptivas e infantiloides que los alumnos de los cuales se quejan. ¡Suerte que son una minoría!
Me gustaria compartir algunos interesantes reportajes sobre este tema:
Nostalgia e infantilismo
Soy tu padre, no tu amigo
Niño mimado, adolescente agresivo
Los padres con más poder adquisitivo educan peor
Las familias «progres» dedican menos tiempo a educar a sus hijos