Después de un evento intenso, necesito poner en orden mi cabeza revuelta y guardar cuidadosamente todos los tesoritos que he podido recoger.
Normalmente hay más de cinco y más de diez, pero una vez clasificados en su estantería me paro a pensar: bueno, en realidad y siendo sincera, ¿cuáles serán los tres que recordaré dentro de un año sin tener que rebuscar en el armario?
Como que el AVE da para meditar un rato largo, ayer hice esta gimnasia mental volviendo del extraordinario Congreso ApS (U) 5. Y esta es mi selección, más emocional que racional, claro:
1) El estupendo grupo de trabajo que coordinaron Jesús Gil y Óscar Chiva, de la Universidad Jaume I. Estupendo por el tema (definición de estándares en las prácticas ApS) y la solidez de los miembros de este grupo, pero, sobretodo, por la conducción que ambos hicieron del debate, consiguiendo aunar el contraste apasionado de opiniones con el logro de acuerdos tangibles. Nada fácil: ¡son unos cracks!.
2) La sensación casi física de madurez en los proyectos presentados. Y la confirmación de que esta madurez nos vuelve más flexibles. Las discusiones se basan ya en experiencias consolidadas y evaluadas y poco a poco vamos abandonando, por estériles y cansinas, las discusiones sin el alma de la práctica.
3) Finalmente, la actuación del coro infantil impulsado por el grupo de Justicia Social de la Universidad Autónoma de Madrid. Entre varias obras, me emocionó su interpretación de canciones medievales extraídas del Llibre Vermell de Montserrat.
¡Muchísimas gracias a Pilar Aramburuzabala, Rosario Cerrillo, Rocío García y el resto de compañeros de la UAM, UNED, UPM, Complutense y URJC por conseguir el clima de confianza y optimismo sin el cual no hay tesoros que valgan.