Me encantan los miradores de ciudades o paisajes y en El Prat de Llobregat pronto tendrán dos al lado del aeropuerto, especial para mirar aviones. Alguna vez he pasado por delante del que ya existe, con sus bancos de hormigón reclinados para que te puedas tumbar y mirar al cielo. Es una buena idea, y no parece muy cara.
La verdad es que todos saldríamos ganando si redescubriéramos placeres tan sencillos como mirar. A veces, aunque no siempre, mirar y callar van juntos y parece como que el silencio otorga más profundidad a la mirada.