Hace poco me pidieron un artículo sobre la resiliencia y no me sentí capaz de escribirlo. Nunca estudié el tema a fondo y, aunque creo firmemente en él, no sabría como definirlo con un mínimo de rigor.
Sin embargo, me doy cuenta de que estoy rodeada de personas resilientes. En particular, de mujeres que experimentaron graves pérdidas en sus vidas y que consiguieron levantarse y tirar adelante.
¡Es un privilegio tenerlas cerca! Salieron del pozo con cicatrices profundas, claro, pero también reforzadas, más sabias y más empáticas. ¿Qué tienen en común mis amigas, las mujeres resilientes?
Sin duda, una fuerza interior desconocida incluso para ellas. Y también un círculo de amistades sólido y fiable: más allá del apoyo familiar se extiende el mapa de lo que los amigos son capaces de hacer por tí.
Hace bastante tiempo leí La amistad, de Francesco Alberoni, un libro que me reveló ese poder fantástico que tenemos las personas de tejer nuestras propias redes para protegernos y cuidarnos las unas a las otras.
No sé dónde puse el libro, pero si hoy lo encontrara ilustraría sus páginas las fotos de mis amigas las mujeres resilientes: Raquel, Montse, Eva, Nuria, Neus…¡tantas otras!.
Se lo regalaría a Susana, la amiga con la pérdida todavía muy reciente que descubre, día a día, su fuerza interna y la solidez de la red de amistades que ella ha sido capaz de tejer.